La Cédula de Identidad que se lleva en los dedos

EL NACIONAL – MARTES 22 DE DICIEMBRE DE 1998 

Las impresiones dactilares son, junto con el cabello y el útero, el tejido que más se resiste a la muerte y lucha por su individualidad: no se repiten ni siquiera entre gemelos idénticos.

EL NACIONAL – MARTES 22 DE DICIEMBRE DE 1998 

EL NACIONAL – VIDA
La cédula de identidad que se lleva en los dedos
Las impresiones dactilares son, junto con el cabello y el útero, el tejido que más se resiste a la muerte y lucha por su individualidad: no se repiten ni siquiera entre gemelos idénticos. Desde octubre de 1998, el Decreto 2819 convirtió a las marcas digitales, tomadas a los pocos minutos del parto, en la clave de la identificación de nuestros recién nacidos. Pero los expertos advierten que sólo cumplirán el propósito si no son preservadas «a la venezolana»

VANESSA DAVIES

Como ADN visible

El cabello, el útero femenino y la piel de la yema de los dedos son las porciones orgánicas más resistentes a la putrefacción, recalca Raymond Orta, abogado y experto dactiloscopista. «Por eso la dactiloscopia está regida por las leyes de la perennidad; la inalterabilidad, ya que se puede tomar a cualquier edad sin presentar cambios; y la variabilidad, pues se modificarán las dimensiones porque el individuo crece, pero no el trazado», puntualiza Orta. El ejemplo favorito de Garrido son las momias de Egipto: «Si se le inyecta parafina y se le distiende la piel, podríamos tomar sus huellas. Son únicas para cada ser, como pasa con las hojas de los árboles. Anatómicamente el tejido está hecho así. Es algo que Dios nos puso para la protección de la sociedad».

Ni siquiera entre gemelos de rostro y figura idénticos se calcan estos dibujos. El investigador venezolano Arturo Rodríguez estudió a los quintillizos Prieto Cuervo y demostró, a mediados de los años sesenta, que ningún ser humano tiene la impresión dactilar de otro aunque provengan de una misma célula.

En cada falange hay, según Garrido, cincuenta puntos de identificación, pero con cinco ya es posible determinar si Adolfo es hijo de Nélida o de María Eugenia. El sistema correcto es el decadactilar: la recolección de una impresión de cada uno de los diez dedos. «Uno de los problemas al que se enfrentará el personal de salud venezolano es el de los reflejos de los recién nacidos, porque lo primero que hace el niño es cerrar la mano. Por eso se había acudido al podograma», refirió Orta.

Quien tenga hijos, sobrinos, hermanitos o algún chiquillo en la familia sabe que el podograma es, en teoría, una impresión de la planta del pie; pero en la práctica se ha transformado en un manchón de tinta. Hasta los especialistas en dactiloscopia han admitido que en Venezuela casi el ciento por ciento de los rastros plantares no sirven; han sido mal tomados.

-Este es un requisito para cubrir el expediente. Su desventaja es que el sistema universal de identificación está basado en las huellas dactilares, por lo que el pie sólo es válido dentro de la Maternidad. Hay que aceptar que los niños nunca fueron identificados- manifiesta Antonio Garrido.

La policía española considera que alguien acostumbrado a «leer» las crestas y los surcos papilares es capaz de interpretar el dactilograma como si se tratara del juego de los periódicos «descubra las 7 diferencias». Con la lupa y un poco de práctica es posible detectar los puntos característicos.
 
 

El pediatra español Antonio Garrido-Lestache asesora el sistema 
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Era de noche en la clínica P. de Madrid. O de día. Total, para cambiar un bebé por otro en el «nido» ), (retén) no hacía falta oscuridad; a veces, ni mala intención. Hace dos años bastaba con que la pulsera de plástico se le cayera de la muñeca a la hora del baño, y entonces el único vínculo que unía a Andrés con sus verdaderos padres era el parecido físico. En fin, que un niño podía ser otro niño, y ni sus padres ni el médico sospecharlo. Nunca.

La equivocación en Madrid fue la prueba de fuego para el pediatra Antonio Garrido-Lestache. Después de denunciar ante la Organización de las Naciones Unidas -a fines de la década pasada- que los chiquillos no podían ser ciudadanos si no se garantizaba su identidad desde que nacían, Garrido -al igual que los detectives que encuentran el cuerpo del delito- acudió a las impresiones dactilares que le había tomado a los pequeños en el momento del parto para salir de dudas. Y vaya si lo logró: cada una de las criaturas, sin saberlo, había usurpado el lugar de la otra.

De esto ocurrir en la Maternidad Concepción Palacios, donde un bebé se distingue de su vecino porque lleva escrito en un pedazo de cinta adhesiva el nombre de su mamá, las niñas Andreína y Yésika Andreína -a quienes el propio Garrido, de visita en nuestro país, les guardó el pasado jueves las marcas labradas en sus manos- podrían haberse prestado los destinos.
 

Manos de seda

La obsesión de este médico, la que persigue con la lupa que siempre carga consigo, son cada uno de los caminos que portamos en la yema de los dedos desde los 120 días de gestación, momento en que quedan perfectamente definidas. «El mérito de la pediatría española ha sido crear la técnica para obtenerlos», dice orgulloso. Los signos que nos hacen únicos y que desde el año próximo, de acuerdo con el Decreto 2819 que entró en vigencia en octubre de 1998, se le tomarán a todos los venezolanos a los pocos minutos de su nacimiento. La Convención de los Derechos del Niño, que nuestro país ratificó, así lo establece.

Tal como lo denunció Unicef, cerca de 40 millones de pequeños quedan cada año sin identidad y, por ende, sin gran parte de sus derechos. Pero un reportaje realizado por el diario español El Mundo refleja que si bien el problema existe, en Latinoamérica hay otros más urgentes. «La principal preocupación que tenemos es que tanto el niño como la madre sobrevivan al parto», indicó Javier Rubio, de la Cruz Roja Española.

La fragilidad de las manitos infantiles era el pretexto para que una recomendación formulada a principios de siglo por el español Federico Oloriz ),
(incorporar la huella a un carnet desde los primeros minutos de vida extrauterina) no se pusiera en práctica. «Por ser los surcos muy finos y tenues, se opinaba que era difícil obtenerla, pero que el ingenio humano lo haría más fácil al pasar el tiempo», comenta Garrido.
 

Seguridad en la piel

Mamá, a la habitación. El niño, al retén. Esta moda de separarlos, que se remonta a 1960, sembró la inquietud en Garrido «porque yo veía que la identidad está basada en una cuerda, en una pulserita, en un número, y eran 40 criaturas y la cuerda se podía caer». Las pruebas iniciales las realizó con sus propios hijos. Ahora, el sistema se implementó en Madrid de manera experimental «hasta que la voluntad política lo imponga».

La técnica, más que conocimientos de altura, sí requiere una paciencia de santo, un papel especial -que en el caso español corrió a cargo de la fábrica nacional de moneda y timbre- y una tinta no tóxica. El bebé, a los pocos minutos de nacer y sin que el testigo familiar ),
(puede ser el mismo médico) lo pierda de vista, debe ser colocado boca abajo. Lo demás será acogerse, en maternidades públicas y clínicas privadas, al código de palabras. «Negro» significa poner la platina bajo las manos del niño. «Blanco», extender la planilla para «robar» las impresiones. «Es un método fácil de enseñar y aprender», insiste Garrido. Pero el personal de enfermería de la Concepción Palacios no piensa lo mismo; mucho menos después de constatar que alguien con experiencia necesitó 10 minutos con cada criatura.

Claro, éste es únicamente el comienzo. Un comienzo que no hará menos dura la pena de los 30.000 huérfanos que el conflicto de Bosnia abandonó a su suerte, o de los 400.000 pequeños que la Segunda Guerra Mundial privó de sus padres porque carecían de documentos de identidad. Si ya existe un software que analiza, a modo de contraseña o password, las huellas dactilares del usuario, en cuestión de un lustro -o menos- bastará con que el niño ponga su dedito sobre la pantalla de una computadora, y la impresión viajará -tal vez por correo electrónico- al registro central.

Los secretos digitales
La tinta cuesta 1 dólar; el rodillo, 5 dólares; las platinas, 2 dólares. El problema de la puesta en marcha del Decreto 2819 no es precisamente una inversión astronómica, sino las imprecisiones técnicas en las que cayó, a juicio de Raymond Orta.

El primer error, argumenta, es hablar de huellas en vez de usar el término impresiones digitales. El segundo es que, según una Ley de 1972, el control de los archivos es privilegio de la Oficina Nacional de Identificación. «El decreto contempla una copia del documento para la madre; una, para el centro hospitalario; y otra, para la Prefectura. Es alarmante que se haga el esfuerzo y no se centralice en la Oni-Dex», opina. Con los datos desperdigados en distintos lugares sería prácticamente imposible, por ejemplo, recuperar a un bebé desaparecido.

No basta con tomar las marcas digitales. Para que puedan ser utilizadas posteriormente, hay que clasificarlas. «Venezuela tiene su propio sistema que data de la década de los años cuarenta, creado por Roberto Vivas y Hernán Suárez Mantilla, que divide los dactilogramas en 8 tipos y 32 subtipos. Este es el sistema que se debería emplear, porque cuenta con el aval de una resolución ministerial y fue desarrollado a raíz de las deficiencias de otros», recordó.

Seguro que a usted le han guardado sus impresiones dactilares «a la venezolana»: con una almohadilla para ellos, cuyo resultado final es un borrón azul o negro porque se impregnan por igual las crestas y los surcos; sin rotar los dedos de derecha a izquierda, lo que deja fuera de juego mayor cantidad de características; pasándolo varias veces, costumbre que sólo sirve para depositar en la planilla una mancha sin detalles; o embadurnándolo de tinta como si se tratara de teñir un pantalón.

-Ninguna de estas prácticas cumple con los requisitos. Hasta en las últimos comicios para escoger alcaldes se usó la almohadilla, y por eso el fraude electoral era mucho más fácil: no se podía saber quién era quien. Aplaudo el esfuerzo, pero todo este proceso que quitará tiempo a cientos de empleados y médicos debe cumplir con su finalidad, como lo es la de distinguir a cada ciudadano venezolano desde su nacimiento- advierte el abogado.

Orta lo vivió en carne propia, hace un mes, con su hijo. Como luego del parto comprobó, sorprendido, que se hacía con una almohadilla y el resultado era una obra de arte abstracto, acudió a la técnica de la desconfianza: se fijó en ciertos detalles de la anatomía del niño para no dejarlo al azar.